Lecciones de inversión Bonos indexados a la inflación Los bonos indexados a la inflación (ILB, por sus siglas en inglés) son valores concebidos para proteger a los inversores frente a la inflación. Emitidos principalmente por gobiernos soberanos, como el estadounidense y el británico, los ILB están indexados a la inflación, de modo que los pagos del principal y los intereses suben y bajan en consonancia con la tasa de inflación. La inflación puede erosionar considerablemente el poder adquisitivo de los inversores, y los ILB pueden proporcionar protección contra los efectos de la inflación. Asimismo, los ILB pueden ofrecer ventajas adicionales en el contexto de una cartera más amplia.
¿Cuál es el impacto de la inflación en una cartera de inversión? La inflación es un concepto económico que describe la subida general en los precios de los bienes y servicios de consumo. A medida que los precios suben, cada dólar ahorrado permite comprar menos bienes y servicios o, en otras palabras, los inversores pierden poder adquisitivo de su dólar. Para tener en cuenta los efectos de la inflación, los inversores deberían centrase en la rentabilidad «real», el importe obtenido después de ajustarlo a la inflación. Las inversiones orientadas a generar una rentabilidad por encima de la tasa de inflación pueden proteger y, potencialmente, aumentar el futuro poder adquisitivo de los inversores. La inflación general ha retrocedido constantemente desde principios de los noventa. Durante la última década en el Reino Unido, el índice de precios de consumo (IPC) se ha situado entre el 2% y el 3%, horquilla que está ampliamente en consonancia con el objetivo de inflación del Banco de Inglaterra. Pese a todo, incluso a una tasa relativamente baja del 2,5%, una cesta de bienes y servicios que costaba 100 libras hace diez años ahora costaría 128 libras. Esto pone de manifiesto cómo la inflación erosiona el poder adquisitivo a lo largo del tiempo. El efecto de la inflación sobre la rentabilidad de las inversiones puede ser igual de destructivo. Supongamos una rentabilidad hipotética de una cartera de renta variable del 4% anual y una tasa de inflación del 2,5%. La rentabilidad real de esta cartera, o la rentabilidad menos la tasa de inflación, sería del 1,5%. Por tanto, en este caso, una inversión en renta variable incrementaría el poder adquisitivo de los inversores tan solo un 1,5% anual. Una inversión en un fondo del mercado monetario en libras esterlinas, en una cuenta de ahorro o en cualquier otro instrumento que ofrezca una rentabilidad inferior al 2,5% de la tasa de inflación acabaría erosionando de forma fehaciente el poder adquisitivo, y podría poner en peligro hasta el objetivo más conservador de mantener la calidad de vida. ¿Qué son los bonos indexados a la inflación, o ILB? Los bonos indexados a la inflación (ILB) están concebidos para ayudar a los inversores a protegerse del impacto negativo de la inflación al ligar contractualmente los pagos del principal y los intereses de los bonos a una medida nacionalmente reconocida de la inflación, como, por ejemplo, el índice de precios minoristas (IPM) del Reino Unido, el índice de precios de consumo armonizado (IPCA), excluido el tabaco, de Europa, y el índice de precios de consumo (IPC) de Estados Unidos. Los primeros bonos indexados a la inflación de los que se tiene constancia fueron emitidos por la Mancomunidad de Massachusetts en 1780 durante la Guerra de la Independencia de Estados Unidos. Mucho después, los países del universo emergente empezaron a emitir ILB en la década de los sesenta. En los ochenta, el Reino Unido fue el primero de los grandes mercados desarrollados en lanzar los denominados «linkers» al mercado. Le siguieron otros países, entre los que se incluyen Australia, Canadá, México y Suecia. En enero de 1997, Estados Unidos empezó a emitir valores del Tesoro protegidos contra la inflación («TIPS»), que actualmente son el mayor componente del mercado mundial de ILB. Hoy en día, los bonos indexados a la inflación suelen venderlos los gobiernos con el fin de reducir los costes de endeudamiento y ampliar sus bases de inversores. En alguna ocasión las empresas también han emitido bonos ligados a la inflación por estos mismos motivos, pero el importe total ha sido relativamente reducido. ¿Cómo funcionan los ilb? La referenciación explícita de un ILB a una medida de inflación reconocida nacionalmente conlleva que todo incremento en los niveles de los precios se traduce en un incremento del valor del principal. Como ejemplo hipotético, consideremos un TIPS estadounidense a 20 años por valor de 1.000 dólares, que ofrece un cupón de un 2,5% (1,25% semestralmente), y una tasa de inflación del 4%. El principal del TIPS se ajustará al alza a diario para reflejar la tasa de inflación del 4%. Al vencimiento, el valor del principal será de 2.208 dólares (un aumento del 4% anual, calculado sobre una base semestral). Además, mientras que el tipo del cupón se mantiene fijo al 2,5%, el valor en dólares de cada pago de intereses aumentará, puesto que el cupón se pagará en función del valor del principal ajustado a la inflación. El primer cupón semestral del 1,25% pagado con respecto al principal ajustado a la inflación de 1.020 dólares es de 12,75 dólares, mientras que el último pago de intereses semestrales será del 1,25% de 2.208 dólares, a saber, 27,60 dólares. Si bien el mecanismo exacto para calcular los pagos puede diferir entre emisores específicos, todos los ILB están diseñados para proporcionar a los inversores rentabilidades referenciadas contractualmente a la inflación, lo que puede emplearse como herramienta para obtener cobertura frente a un repunte de los precios. La cobertura frente a la inflación que brindan los ILB reviste una gran importancia porque todos los inversores y consumidores están expuestos a la inflación, y deberían incorporar alguna medida de protección frente a la inflación a su cartera. Puesto que las clases de activos tradicionales como las acciones y los bonos (que suelen ser las predominantes en muchas carteras) pueden verse perjudicadas por periodos de inflación persistente, los ILB, gracias a su indexación explícita a las fluctuaciones en la inflación, son una forma efectiva de incorporar rentabilidad real explícita a una cartera. ¿Qué factores afectan a la rentabilidad y los riesgos de los ILB? Junto con la trayectoria de la inflación y el pago de cupones, el tercer pilar de la rentabilidad total de un ILB es la fluctuación de precios derivada de cambios en los rendimientos reales. Si el bono se mantiene hasta el vencimiento, el componente de fluctuación en los precios pierde su relevancia. Sin embargo, antes del vencimiento, el valor de mercado del bono oscila al alza o a la baja respecto de su valor nominal. Al igual que sucede con los bonos nominales, cuyos precios fluctúan en respuesta a las variaciones en los tipos de interés nominales, los precios de los ILB aumentarán cuando bajen los rendimientos reales y se reducirán cuando los rendimientos reales suban. En caso de que la economía se adentre en un periodo de deflación (un descenso sostenido de los niveles de precios) durante la vida de un ILB, el principal ajustado a la inflación podría reducirse hasta situarse por debajo de su valor nominal. Seguidamente, los pagos de los cupones se basarían en este importe ajustado a la deflación. Sin embargo, muchos países que emiten ILB, como EE. UU., Australia, Francia y Alemania, ofrecen suelos de deflación al vencimiento: si la deflación sitúa el principal por debajo del valor nominal, el inversor seguirá recibiendo el valor nominal íntegro al vencimiento. Por tanto, aunque los pagos de los cupones se realizan en función de un principal ajustado a la inflación o a la deflación, el inversor recibe al vencimiento el mayor de los dos importes siguientes: el principal ajustado a la inflación o el valor nominal inicial. ¿Cómo se determina el valor relativo de los ILB? Para comparar los ILB con las emisiones de deuda pública nominal y determinar su valor relativo, los inversores pueden analizar la diferencia entre los rendimientos nominales y los rendimientos reales; esto se denomina «punto muerto de inflación». La diferencia indica las expectativas de inflación descontadas en el mercado; se trata del diferencial de tipos al que las rentabilidades previstas de los ILB y las de los bonos nominales son iguales. Si la tasa de inflación real a lo largo de la vida del bono es superior al punto muerto de inflación, los inversores obtendrán una rentabilidad más elevada por poseer ILB y, al mismo tiempo, incurrirán en un riesgo de inflación menor. En caso de que la tasa de inflación real sea inferior a lo previsto, el bono nominal con igual vencimiento arrojará una rentabilidad superior, si bien también estará expuesto a un mayor riesgo de inflación. Por ejemplo, si un gilt británico nominal a 10 años ofrece un rendimiento del 2,5% y un bono indexado a la inflación británico a 10 años ofrece un rendimiento del 0,25%, el punto muerto de inflación es del 2,25%. Si un inversor cree que la tasa de inflación del Reino Unido se situará por encima del 2,25% durante los 10 próximos años, un bono indexado a la inflación revestiría mayor atractivo. ¿Cuáles son los riesgos? Como sucede con otras inversiones, el precio de los ILB puede fluctuar y, si los rendimientos reales aumentan, el valor de mercado del ILB se reducirá. Los rendimientos reales pueden subir a causa de un incremento en la inflación, sin que se produzca un aumento correspondiente en los rendimientos nominales. Sin embargo, si se conserva hasta el vencimiento, las fluctuaciones en el valor de mercado resultan irrelevantes, puesto que el inversor recibe el valor nominal. En teoría, un periodo de deflación podría reducir este valor nominal. Sin embargo, en la práctica, la mayoría de los ILB se emiten con un suelo de deflación para atenuar este riesgo.